A todos nos produce una alegría inmensa llegar a casa y encontrarnos a nuestra mascota tras la puerta esperando nuestro regreso. El amor incondicional que sienten hacia nosotros les hace permanecer inquietos hasta nuestra llegada para así poder lamernos por completo mientras no dejan de saltar y mover la cola de felicidad.
Aunque sea toda una muestra de afecto, hay una cosa que deberíamos de cuidar durante todo ese momento de euforia perruna.
Aunque no reparemos en ello y pensemos que nuestra mascota está totalmente saludable, (total, somos nosotros quienes les proporcionamos alimento y cuidamos su salud), no es recomendable que nos lleguen a lamer la cara porque puede causarnos problemas de salud.
No se trata de algo realmente peligroso o dañino para nuestro cuerpo, nunca está de más conocer cuales son los riesgos relacionados con este hábito, especialmente si además de un perrito tienes a un niño que participa en esas muestras de alegría.
Greg Manteuffel, un hombre de 48 años oriundo de Wisconsin, Estados Unidos, perdió ambas piernas y parte de sus manos y antebrazos.
¿Causa de la tragedia? Una bacteria.
¿Agente transmisor? La mascota perruna familiar.
El caso de Greg
Greg se sintió mal en algún momento a finales de julio de este año y se trasladó al hospital más cercano pensando que se trataba de un caso feo de influenza.
Los doctores lo dejaron hospitalizado pero su condición no sólo no mejoró sino que fue haciéndose peor. Finalmente los médicos se dieron cuenta que esto era algo más serio que una gripe pero para entonces la condición de Greg era irreversible. Los doctores se vieron obligados a amputar las dos piernas y pocos días después porciones de las manos y los brazos.
Los exámenes indicaron que el problema fue causado por la bacteria Capnocytophaga canimorsus, una bacteria que causa una violenta y prolongada caída de la presión arterial que reduce drásticamente el flujo de sangre hacia las extremidades, lo suficientemente severa para causar muerte masiva de los tejidos.
La canimorsus
Es una bacteria común en perros y gatos e inofensiva para ellos. Se calcula que un 74% de perros y 57% de gatos la tienen. Pero es fácilmente transmisible a través de arañazos, mordidas o contacto estrecho.
Puede afectar cualquier órgano, incluida la sangre, en donde puede producir y acelerar cuadros clínicos de sepsis.
La mayoría de las personas que se infectan comienzan mostrando síntomas a los 4 o 5 días, pero pueden tardarse hasta 14 días en aparecer. Los síntomas más comunes son enrojecimiento, ampollas, hinchazón, pus, dolor en la herida, fiebre, vómito, diarrea, y dolores generalizados.
Otros médicos piensan que los casos de contaminación con esta bacteria son muy raros y la mayor parte del tiempo las personas están razonablemente protegidas por sus sistemas inmunológicos.
De todas maneras el riesgo es muy grande para tomarlo a la ligera.
La próxima vez que quieras que tu perro te lama la cara piénsalo dos veces.