Acéptalo: no eres el dueño que esperabas ser cuando adoptaste a tu perro. Probablemente la idea que tenías en un inicio era ser esa persona cool que lo educa, lo pasea, lo alimenta y lo acaricia cuando llega a casa.
Obviamente lo ibas a querer con todo tu corazón y lo premiarías cuando te diera la mano o se sentara, pero nada más. Años más tarde, te das cuenta de que eso nunca sucedió.
El amor te cegó y lo que al principio era una mascota ahora se ha convertido en una combinación extraña entre un perro y un hijo o lo que es lo mismo un perrhijo.
Hablas con tu perro. No te limitas a órdenes sencillas y concretas.
Esta situación ya no se da solo en tu casa. Las conversaciones con Winnie ocurren en cualquier lugar.
En el restaurante, en el parque o en la cola del súper. Cualquier lugar es bueno para contarle a tu perro por qué crees que debiste haberte quedado callada en la reunión o lo que hace falta comprar para llenar la nevera. Típico.
Consideras a tu perro mejor que a las personas.
Prefieres la compañía de tu perro que la de depende qué personas y en el fondo sientes que es mucho mejor un perro que cualquier humano.
Desde que Pulguitas le gruñó a Adrián, tu exnovio, sabías que algo iba mal. En cambio, tus amigos te animaron una y otra vez a echarle ganas y a darle otra oportunidad a ese tipo. Si te rompieron el corazón en cuarenta mil pedazos fue culpa de ellos. Nada de eso habrías sucedido si hubieras escuchado a Pulguitas.
Sufres en vacaciones.
Puede que no hayas tenido vacaciones en varios meses y que el plan que te están proponiendo tus amigos sea la oportunidad perfecta para hacerlo.
Sin embargo, hay una pregunta que deben responderte antes de que confirmes tu asistencia: ¿puede ir mi perro Yoda? Si la respuesta es negativa, inventas una excusa y terminas sentado en un parque cercano con Yoda chupándote la cara. Ya habrá otra oportunidad.
Cambias tus rutinas para adaptarte a tu perro.
En ocasiones puedes despertar mucho más temprano para pasear a tu perro, cancelar una salida para que no se quede solo. ¡Tu pequeño can se convierte en tu prioridad!
Tu perro viste mejor que tú.
Hace casi un año que no te compras ropa, los agujeros en tus pantalones lo dicen todo.
Tu perra, sin embargo, tiene cinco suéteres con cuello de tortuga (porque son los que mejor le van).
Unas botas para que no se ensucie las patitas en el parque y un impermeable porque no le gusta mojarse. Esto lo complementas con su collar de luces Led, claro.
Ahora que ha leído esta nota. ¿Cuántas de estas señales se dan en ti? ¿Te sorprendes? Pues no te sientas mal si consideras a tu perro un hijo, ya que es importante cuidar, amor y educar a nuestro «perrhijo».